domingo, 24 de marzo de 2013

Dos fuerzas poderosas

Tanto el sexo como la violencia son dos fuerzas instintivas muy poderosas que siempre han marcado las vicisitudes de la historia de la humanidad y que siguen muy presentes en la actualidad. La madurez humana si se diera en los hombres y mujeres de hoy conseguiría racionalizar ambos instintos. Como no existe la madurez perfecta en nadie, está claro que esas fuerzas tan poderosas y en muchas ocasiones destructivas no pueden desaparecer jamás. Que la violencia es destructora parece que es más evidente que la del sexo. Creo, con todo, que es sólo un espejismo. La fuerza destructora del sexo por el sexo, como fin no como medio, es tan destructora o más que la violencia en sí. Muchas veces el instinto sexual es realmente destructivo, no sólo porque mata al Amor,que es vida, sino porque ha sido y es causa de muchas muertes entre los seres humanos de hoy y de todos los tiempos y así seguirá en el futuro. ¿Qué hacer para reconducir  la muerte que generan la violencia y el sexo? Se me ocurre que la única medicina que puede curar tanta violencia, tanto sexo violento y tanta destrucción es el AMOR. Amar es entrega, es donación, es empatizar con el próximo y también con el prójimo, es en definitiva, saber comprender, escuchar, perdonar y olvidar. Es saber tratar a la pareja como otro yo que busca lo mejor para los dos, para TODOS, en especial para los más débiles e indefensos. Tanto la violencia en sí como el sexo que la provoca podría llegar a desparecer  si fuéramos capaces de racionalizar nuestros pensamientos, controlar nuestros sentimientos y sobre todo si supiéramos amar sin límites, hasta más allá del infinito. Sé que es una utopía que jamás, por desgracia, llegará  a ser realidad. Esta afirmación no es pesimista es lo real, guste o no guste, es así.

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