Son fiestas entrañables y familiares que deberían estar llenas de alegría e ilusiones impregnadas de amor y felicidad. No siempre es así por diferentes razones o circunstancias. Actualmente hay muchas familias rotas, con problemas económicos graves, enfermedades que no ayudan a convivir y a celebrar con alegría la Navidad y Año Nuevo. Este último caso es el nuestro, de Mª del Carmen y yo, ya que ella desde hace cinco años tiene la enfermedad de Alzhéimer en grado de mucha dependencia lo que supone que no sebe lo que se celebra ni sabe para qué se brinda y ni siquiera sabe en que día estamos. Para ella todos los días son iguales, con la misma rutina desde que se levanta hasta que se acuesta. Da igual que vaya a los Centros de Día o que se quede en casa, no distingue fechas sean normales o festivas, no tiene conversación y aunque come bien, que es muy importante, duerme bastante bien, que también lo es, por lo demás no distingue un día de otro, para ella todos son iguales. Como se puede ver la alegría y la felicidad no pueden anidar del todo en mi corazón ya que mi mente no lo permite. Ayer(25-12-2013) celebramos los dos con nuestra cuidadora y la auxiliar que vino a la hora de la cena y para acostarla, se comió bien, comida encargada, buena y abundante, se abrió una botella de cava, se comieron turrones y mazapanes, pero todo ello no dio pie para una alegría espontánea y un brindis con sentido. Han pasado los tiempos en que celebrábamos las fiestas navideñas y fin de año con toda la familia de ella, la mía queda lejos, ya no se podían trasladar para celebrarlas, en Navidad en la sierra y Año Nuevo en casa de la madre de Mª del Carmen. Ya sólo quedan los recuerdos y la nostalgia de haberlas vivido con más alegría e ilusión que actualmente.
